LA INFORMACIÓN Y LA MEMORIA CREATIVA


Las informaciones aparecidas en distintos diarios de todo el mundo y España, además de otras informaciones audiovisuales de distintas épocas y que parten de finales de los años 30 del siglo XX, que han sido recopiladas en la actualidad por el malagueño Rogelio López Cuenca, le sirven como referencia directa a este artista (en adelante RLC) para devolvernoslas materializadas en diferentes soportes, tanto en exposiciones del material recopilado documentalmente como en un libro, además de la posible creación de una escultura en la que según RLC “renunciamos a los materiales nobles típicos del monumento (bronce, mármol, granito) y optamos por el hierro y el hormigón, domésticos, comunes, cotidianos, urbanos, proletarios”, y tambien por medio de una web donde se encuentran una amplia variedad de aportaciones audiovisuales, creada expresamente para difundir su proyecto: Málaga 1937, nunca más.



La documentación y, podríamos decir el documental, es el medio por el que RLC nos devuelve esos materiales presentes en la prensa de época. Documentación, porque es éste el método de trabajo propio de otras disciplinas más que del propio medio artístico. Por el que se crea parte de la propia obra que trata básicamente de la recopilación de una amplia cantidad de materiales de distintas calidades y que, por si solos, no dejarían de ser anecdóticos dentro de la gravedad de las informaciones que contienen, pero que, al ser agrupados, toman cuerpo y orientan significativamente la intencionalidad ideológica que sólo el hecho de realizar su recopilación identifica en estos, nuestros días, a los que manifiestan su interés dentro de un sector del pequeño espectro político de nuestra vida social.


En palabras de RLC: “Rechazamos la idea de la obra de arte como decoración y apostamos por su carácter de utilidad, de uso”, siendo justamente éste el argumento que justifica la huida de la creación de una obra al uso y que su producción se oriente hacia el ya comentado medio de recopilación documental, en este caso, erigida sobre la memoria, memoria que vuelve sobre esa memoria en la que el olvido no ha conseguido triunfar.


Eugenio Trías recordaba en su libro: La memoria perdida de las cosas, que “sólo desde cierta lejanía respecto al mundo real es posible abrirse a una comprensión lúcida del mismo, sólo desprendiéndose de un mundo que se origina del derrumbamiento del mundo mismo en que habitan cosas y abriéndose a la revelación del vacío y a la conciencia de la ausencia que sustenta este mundo en el cual vivimos. Pero esa lejanía debe ser contrarrestada con una conciencia viva con ese mundo sin cosas, toda vez que es sólo en él donde pueden brillar indicios y vestigios de lo que huyó o de lo que está acaso por venir. La experiencia filosófica de hoy tiene, pues, en la falta de las cosas, y en la memoria y esperanza que esa falta, sentida dolorosamente, desencadena, su apoyatura mundana” (Trias, E., 1988: 81). Y como afirma también Fernando Castro Flórez, “el arte sabe de la importancia de destacarse del tiempo, para buscar las correspondencias como un encuentro (memoria involuntaria) que detiene el acelerado discurrir de la realidad” (Castro Flórez, F., 2006: 39).


La importancia de la memoria como tema de creación en el mundo del arte va haciéndose un importante hueco en nuestra cultura, aparte de ese espacio al que se le había relegado al arte y que tenía más que ver con un arte creado para conmemorar, y para edificar sobre memoria del contrato social, en el que no había lugar a disidencias. Sucede ahora que esta memoria tan denostada esta volviendo por medio de este tipo de creaciones, y por unas esquelas que son publicadas actualmente en distintos medios de prensa por parte de los familiares y descendientes de uno y otro bando, convirtiéndose en, según afirma Francisco Ferrándiz en un artículo de Nuria Tesón en El País, en “un elemento, un espacio simbólico más donde (…) la generación de nietos de la derrota no está conforme con los pactos de la transición".


Sobre el mismo tema de la memoria y de como ésta condiciona, nos encontramos con una artista que trabaja sobre la memoria inconsciente y la identidad, sobre los recientes acontecimientos de guerra en su país y de cómo estos hechos se reflejan en una sociedad como la serbia. Sus resultados son bastante más impactantes quizás tambien porque Marina Abramovic en sus videocreaciones habla en primera persona y no en tercera como RLC.


En esta performance realizada con huesos de vaca "los huesos aún sangrantes recuerdan a las incontables victimas de la guerra. Con el lavado ritual de cada uno de los huesos, empieza la asimilacion del número de victimas" (Martin, S., 2006: 26).




Bibliografía:
- Castro Flórez, Fernando, Mieux vaut un desastre qu’un désetre (Fragmentos y derivas artísticas antes de hundirme en la tontería sin fondo), en Becados Manuel Rivera, Diputación de Granada, Granada, 2006.
- Martin, Silvia, Videoarte, Taschen, Bonn, 2006.
- Trias, Eugenio, La memoria perdida de las cosas, Mondadori, Madrid, 1988.

APROPIACIÓN

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Para María Moliner, relación es la "Situación que se da entre dos cosas cuando hay alguna circunstancia que las une, en la realidad o en la mente". Durante las últimas semanas, en este blog, hemos analizado la presencia, y cómo no, también la ausencia del arte contemporáneo en los medios de comunicación, focalizando de algún modo en los aspectos que nos han parecido más significativos de la relación que los mass media mantienen con las creaciones y artistas contemporáneos. Pero, como en toda relación sucede, en ésta también encontramos caminos de ida y vuelta, y no sólo son los medios los que reflejan la realidad del arte contemporáneo, sino que el arte también recibe y se alimenta de las propuestas, del lenguaje, de las técnicas, de la estética, de los contenidos, etc... que los medios manejan de forma cotidiana. Este potencial ya lo absorvió Andy Warhol en los años sesenta, pero convirtiendo su obra -incluido él mismo- en parte del espectáculo mediático. Los artistas contemporáneos, sin embargo, van más allá, y aunque dudamos de la aparente y pretendida superficialidad de Warhol, artistas como Richard Prince, Daniele Buetti, Cindy Sherman, Thomas Ruff, Wolfgang Tillmans, Candice Breitz, Félix González-Torres, Vik Muniz, Ellen Gallager, y muchos otros, utilizan las estrategias de los medios para enfrentarse a ellos y a sus consecuencias, basando su obra, o algunos de sus trabajos, en hacer de lo subliminal lo evidente, subrayando para el espectador cuál es su verdadera relación con el mundo mediático. Para ello, la gran paradoja, o la gran burla, es que lo hacen casi siempre desde la apropiación de sus mismos recursos, con el descaro y la alevosía que el asunto sin duda merece.


Herber Read, en su Diccionario del arte y los artistas, define la apropiación como "La repetición, copia o incorporación directa de una imagen (pintura, fotografía, etc...) por parte de otro artista que la representa en un contexto diferente, de manera que altera por completo su significado y cuestiona las nociones de originalidad y autenticidad". La conexión con Duchamp es evidente, y esa es la estela que pretendía seguir, por ejemplo, Richard Prince cuando trabajaba en Time-Life en los años setenta, improvisando un estudio en un almacén del sótano donde, desde su situación privilegiada, recopilaba anuncios de las revistas de mayor difusión y volvía a fotografiar sus imágenes, cambiándoles el encuadre, el colorido o el ángulo y exhibiéndolas posteriormente como obras propias. Si los artistas pop en los sesenta, con Warhol a la cabeza, ya utilizaron imágenes de los medios como homenaje a la publicidad y al consumo, Prince, con su tratamiento artístico de esas imágenes, las arranca del mundo artificial e impoluto de la publicidad, y las lleva a una realidad desenfocada e imperfecta, mucho más cercana.



Daniele Buetti, sigue a Prince para contarnos que las superficies bellas también pueden ser tocadas. Aplicando un rotulador en el dorso de imágenes de mujeres que aparecen en las revistas de moda y estilo, las devuelve a la vida infringiendo toda clase de heridas, marcas, perforaciones... Las imágenes ya son otras. Crudas. Difíciles. Estas mujeres bellas aparecen marcadas, a veces incluso con el logo de la empresa que anuncian, pero eso es lo que las personaliza, lo que las devuelve a su ser humano. ¿Quién puede permanecer impasible ante el horror?


Cyndy Sherman es mucho más sutil y desde 1978 se utiliza a ella misma como modelo para ofrecernos un repertorio completo de los estereotipos femeninos que las revistas, la televisión, el cine... ofrecen de la mujer. Para ello no se apropia de imágenes, sino de conceptos, de clichés y de roles con que nos enseña una y otra vez el truco de la desaparición del sujeto y de su reabsorción dentro de un sistema de signos, de códigos y de imágenes modelo donde no sabemos nada de alguien a quien estamos viendo en cada instantánea, la propia artista, que se convierte siempre en representación de las ficciones de un yo ajeno y de identidad colectiva.



Otro modo de apropiación es lo que hace Wolfgang Tillmans -ganador del Premio Turner de 2000- en sus exposiciones, donde mezcla su trabajo comercial con su trabajo artístico dándole idéntico tratamiento para generar un corpus de imágenes de códigos ambigüos, que renueva una y otra vez en instalaciones donde también la técnica se acerca más a los soportes publicitarios impresos que a las impecables copias en cibacromo o lambdas enmarcadas que vemos en los museos.


Thomas Ruff elige otros medios para apropiarse de imágenes, como son internet, la prensa o la televisión. En Zeitungsfotos, 1990-1991, representa un archivo de recortes de prensa gráfica que, carentes de pie de texto explicativos, quedan reducidos a su propio grafismo. En 1992, con la serie, Nacht, fotografía paisajes urbanos nocturnos inspirados en las imágenes retransmitidas por televisión en la Guerra del Golfo. Y en su trabajo Nudes, 1999-2000, Ruff manipula con programas de edición digital imágenes pornográficas sacadas de internet, suavizando así la mirada cruda de la pornografía y acercando al espectador a una experiencia artística basada en un tratamiento pictórico que desvía los centros de interés.


Y, aunque hay otras muchas representaciones, terminaremos con el curioso caso de Vik Muniz, un artista que reconstruye de modo realista la imagen de personajes mediáticos, pero con técnicas como pintar con chocolate, mermelada, o hacer collages de papelillos recortados, y demás materiales comunes, que fotografía cuando la obra alcanza la perfección deseada, cuestionando así la jerarquía entre el original y la obra. Paradójicamente, la cadena de televisión Cuatro ha utilizado en sus cortinillas esta misma técnica para retratar a sus presentadores estrella, de modo que lo que el artista toma de los medios termina volviendo a ellos.


Félix González-Torres, Daniele Buetti, Carlos Aires o Barbara Kruger utilizan vallas publicitarias como soporte de sus fotografias... Ellen Gallager pinta sobre revistas y otros soportes publicitarios... Delphine Kreuter, Félix Curto, Javier Campano, etc... fotografían la ciudad como es, con sus carteles, anuncios, marcas y logos, sin esquivar en ningún momento esas "imágenes registradas"...
Muchos de los artistas de los que estamos hablando piensan que ya hay demasiadas imágenes en nuestro entorno, y que para qué lanzar nuevas instantáneas a este mundo saturado de iconos. Pero la reflexión puede ir mucho más allá. ¿Cuánta gente piensa que ha visto el Guernica de Picasso sin haber estado jamás en el Reina Sofía? Vivimos la realidad como una representación, la construímos con imágenes y los medios contribuyen a esa construcción. Hay artistas que toman de ese mundo construído sus encuadres para enseñarnos de qué va esa nueva realidad, y si nuestra relación con ella es más mental que práctica. El arte contemporáneo quiere reconciliarnos con nuestra naturaleza, para que con el choque que las obras de estos artistas provocan en nuestra cabeza encontremos la manera de salir de aquí: de esta realidad construída por el mundo mediático.

DISCRETAMENTE ALENTADOR

No todo van a ser guantazos; por fin un artículo sobre los medios que, para bien o para mal, tienen en cuenta el arte contemporáneo.

En primer lugar, tenemos que distinguir a los medios que ofrecen información sobre el arte contemporáneo de forma gratuita, de los que cobran por su servicio; o lo que es lo mismo, distinguir entre televisión y radio, y revistas o suplementos de diarios, ya que esto será determinante a la hora de analizar a qué nivel se implican estos medios para satisfacer el interés de su público o, en su defecto, de sus clientes.

Los lectores de este blog sabrán, a estas alturas, que a los medios sin financiación pública les cuesta hacer observaciones sobre el arte contemporáneo y que, en caso de hacerlas, el tema en cuestión debe contener cierto interés polémico, y por lo tanto, espectacular.

El caso de los medios públicos es bien distinto. La radio y la televisión pública (en nuestro país: RTVE) son conscientes del compromiso que tienen con la sociedad. Por ello, tenemos que agradecerles que dediquen parte de su programación a espacios cuya labor es la divulgación del estado actual del arte contemporáneo. Siendo algo más exactos, agradecemos que de 311 horas de programación semanal, TVE, es decir, TVE1 y LA2, dedique al arte contemporáneo 55 minutos. También tenemos que agradecer al programa “Metrópolis”, que junto a “Miradas 2” conforman el total de espacios dedicados a eso que ya hemos citado cien veces, y que desde el día 19 de junio de 2006 haya dejado de actualizar su Web.

Por otra parte, también hay que agradecer a la radio, por supuesto pública, que en alguno de sus programas (La Ciudad Invisible) aparezcan sugerencias relativas a exposiciones y, en algún caso, entrevistas a creadores.

Es evidente que si existe algún medio que verdaderamente se preocupe del arte contemporáneo y de todo lo que en torno a él gira, tenemos que hablar de las revistas especializadas.

No hay duda de que las revistas especializadas van a procurar mantener el interés de sus clientes por la publicación de la que sólo ellas son responsables; el problema es que, por encima del interés que la propia publicación pueda tener para con el arte contemporáneo, hay una razón, digamos, principal, poderosa, que les obliga a trabajar en la creación de un producto riguroso. Nos referimos a una cuestión puramente económica.

Entre los motivos que justifican el comportamiento ante el arte contemporáneo de los medios hasta ahora citados, podemos establecer, no diferencias, sino igualdades que se fundamentan en el reporte, o no, de una serie de beneficios económicos.

Es doloroso pensar en los motivos que son considerados imprescindibles para que parte de la cultura se extienda y penetre en la sociedad. Cada vez más, la expresión “por amor al arte” está resultando inútilmente pronunciable; pero no por la falta de interés del público, sino por la falta de interés de quienes tienen la responsabilidad y la obligación de transmitir información sobre una actividad que se deja amar, y que tiene dificultad para encontrar a quien la ame.

No obstante, y a pesar de lo preocupante de la situación informativa sobre el tema que nos ocupa, siempre tendremos la posibilidad de confiar en Internet como medio capaz de satisfacer las necesidades de un público inquieto que, por los motivos que fueren, no tiene la posibilidad de acceder a lo único que, en cierta medida, garantiza una situación de conocimiento relativo sobre el estado del arte contemporáneo; nos referimos a las revistas o publicaciones especializadas.

¿SOY YO UN VIOLENTO?













¿A quién culpamos de tanta violencia en los medios de comunicación?
¿A los propios consumidores irresponsables?
¿A los medios de comunicación?

Éstas han sido algunas de las preguntas que se vierten en algunos blogs de compañeros. Es curioso cómo siempre buscamos a un tercero a quien culpar. ¿Y si la culpa la tenemos nosotros mismos? La culpa es mía. Sé que esa violencia innecesaria es perjudicial para mí como para el resto del público, pero no hago nada para paliarlo. A mí me encanta, como a millones de espectadores, “Lo que el viento se llevó” y de hecho, si la vuelven a echar en la tele, y estoy sin hacer nada, la volvería a ver.

En “Lo que el viento se llevó”, Scarlett O´Hara es llevada a la cama protestando y pataleando, y se levanta cantando.

Los psicólogos sociales advierten que ver tales escenas ficticias de un hombre forzando a una mujer excitante puede: 1) distorsionar las percepciones que uno se forma sobre cómo responde realmente la mujer a la coerción sexual y 2) aumenta la agresividad de los hombres contra las mujeres, al menos en condiciones de laboratorio.

Por lo tanto, podemos afirmar que el consumo de un producto audiovisual violento aumenta nuestros comportamientos violentos. Antiguamente, había una dualidad de opiniones opuestas referente al tema. En la Grecia antigua ya se hablaba de los efectos del teatro en los ciudadanos; Platón decía que ver obras de terror tiene un efecto negativo en los consumidores, mientras que Aristóteles le contradecía diciendo que ver este tipo de obras era bueno, ya que produce una descarga de tensión, una catarsis, así no vamos a producir una situación de miedo o violencia.

En "Gladiator", "Braveheart" o en la reciente " 300", se pone gran cantidad de virtuosismo digital a favor de las coreografías violentas. La idea es: "el más fuerte conseguirá la libertad" Por otro lado, hay otras películas como "Gandhi" que apoya una resistencia "no violenta" donde el violento se da cuenta por si mismo de la injusticia que provoca su acto violento. Otro ejemplo de este tipo de resistencia no violenta es "Evasión o Victoria" del maestro John Huston. Este tipo de películas se presta a la reflexión tanto a propósito del no violento como del violento.

El consumo de obras como las de Quentin Tarantino produce una serie de efectos en los espectadores que se pueden analizar desde un punto de vista psicológico.

1. Catarsis: como ya comentaba Aristóteles.

2. Imitación: Solemos imitar los comportamientos violentos al salir del cine, o ya no os acordáis de lo que hicisteis después de ver vuestra primera película de Bruce Lee.

3. Excitación: Al ver la pelea en “Kill Bill”, entre dos mujeres, la excitación se multiplicó por dos para el público heterosexual masculino.

4. Desensibilización: Ahora cuando vemos una pelea en la calle, no nos afecta, de hecho corremos en los recreos gritando: “pelea, pelea” y somos espectadores en primera fila de ellos. Aunque hoy en día es peor aún, ya que son grabadas con móviles y distribuidas por la red.

5. Miedo, pero es un miedo encubierto, un miedo hasta agradable para ciertas personas.


Desde AMASSARTE, creemos que los medios privados y públicos deberían incluir una programación en la que se expliquen estos efectos, y fomentar la producción de documentales sobre estos temas, donde se critique la violencia innecesaria en los medios de comunicación, y los consiguientes efectos en los espectadores. La razón es bien clara: si no hubiéramos conocidos las razones por las que no deberíamos apoyar algunas escenas, como la de “Lo que el viento se llevó” ¿Seríamos ahora unos maltratadores en potencia…?, ¿Será el público el violento, o son los medios la causa de nuestra agresividad?.

Como ejemplo de esto hay una obra de teatro: "Popcorn", escrita por el autor inglés Ben Elton. La historia es bastante simple: un director cinematográfico cuyas creaciones pueden emparentarse con las de Oliver Stone o Quentin Tarantino gana un Oscar de la Academia de Hollywood y, cuando regresa a su casa, después de recibir su premio, se encuentra en ella con una pareja de asesinos. Ellos pretenden responsabilizarlo ante los medios por el tipo de películas que concibe. Por lo que hace que llegue allí una televisión nacional y formulan la siguiente amenaza. “En cinco minutos mataré a este director y su esposa. Si la audiencia disminuye, seguirá con vida, pero en el momento en que suba, los mataremos". Acto seguido los índices de audiencia subieron como nunca antes lo había visto en Estados Unidos.

ARTE EN CONTINUIDAD...

Hoy día no hay producto comercial que no disponga de una marca o logotipo que lo diferencie de los demás, ya sea un símbolo, una tipografía o la combinación de los dos. Y de todos los sectores de promoción de estos productos, y por tanto de su marca, el televisivo es el medio más importante por su amplia capacidad de difusión. Pero en este caso, no pretendemos prestar mayor atención a los anuncios dentro de los bloques publicitarios, sino a una nueva forma de autopromoción puesta de moda por los canales de mayor audiencia: la continuidad.

No hay duda de que cada canal dispone de una identidad visual, cuya mayor representación la encontramos en su logotipo, considerado la firma de cada cadena. Este símbolo suele actuar de continuidad desempeñando una doble función: enlazar distintos bloques televisivos, dando así coherencia visual a los contenidos, y autopromocionar el propio canal de televisión.

Vemos continuamente como, gracias a las nuevas tecnologías de diseño y a productoras dedicadas especialmente a ello, los canales apuestan fuertemente por la creatividad en sus cortinillas de autopromoción, convirtiendose en una forma más de expresión televisiva.

Este es el caso, sobre todo, de canales como Tele 5 o Antena 3. Con estos elementos artísticos, las cadenas mencionadas consiguen, además de autopromocionarse, darle personalidad a sus emisiones, hasta tal punto que, sólo observando el tipo de estética de la cortinilla, sepamos el canal que estamos visualizando. Son ya clásicos los adornos navideños o los elementos invernales alrededor de los logotipos cuando llega la pascua, las flores y los colores vivos en la primavera o las refrescantes imágenes acuáticas que nos muestran en verano. Buenos ejemplos de ello lo tenemos en los siguientes enlaces:

Autopromoción Antena 3


Autopromoción Tele 5


Además, Antena 3 es especialmente innovadora en este aspecto, pues ayudándose de su gran creatividad, nos muestra originales campañas que le ayudan a captar mayor audiencia para películas de elevado coste, confeccionando así su autopublicidad, como podemos comprobar en el siguiente enlace:


Promoción Cine Antena 3

El fin de este diseño relacionado con su propio logotipo es llamar la atención sobre lo que la cadena va a difundir.

Sin embargo, es Canal 4 el que lleva apostando fuerte por esta iniciativa desde que comenzó su emisión. Mostramos un spot en alta resolución facilitado por tvspot. Este canal cuenta con profesionales como la firma Lee Films para sus cortinillas más surrealistas y con liquidhess para las cortinillas animadas.

¿Qué se pretende verdaderamente con este tipo de arte? Estos diseños son, ante todo, estrategias autopromocionales que ayudan a la imagen de la cadena y un motivo claro de audiencia. A pesar de que los contenidos condicionen el resultado de audiencia, gran parte de la motivación para ver este espacio viene influenciado por este tipo de cortinillas televisivas… provocando que los canales con “pobreza creativa” tengan menor audiencia o una baja identificación visual del canal.

EL ARTE DE PROVOCAR

Entre las diferentes manifestaciones del arte contemporáneo encontramos una en la que se insiste en el arte como vehículo de reivindicación social, desde el que se recorre el mapa de la memoria política o se camina hacia la reivindicación ecológica. El medio principal del que se sirve el artista actualmente para conseguir estos fines es la información, que amplía su auditorio cuando se parte de la provocación y del escándalo aunque, en muchas ocasiones, pierde credibilidad al presentarse esa información por medio de la sociedad del espectáculo. Para esa supuesta información se centra el interés contra una cierta política y unas ciertas concepciones sociales y morales de esta sociedad que no ha sabido mirarse en ese espejo de su época que es el arte del siglo XX.

Por tanto, para los artistas el periodismo se convierte en el vehículo de transmisión que produce una información efectiva, al hacerse eco estos medios de las censuras, más propias de otras épocas históricas y de otros regímenes políticos. Aprovechando que cualquier tema social que sea tratado por artistas y que no sea presidido en primera instancia por una amanerada artisticidad estética produce diferentes reacciones que se aproximan en muchos casos a la provocación.

A continuación, trataremos tres ejemplos de estos diferentes intereses artísticos relacionados con temas de crítica social, de irreverencia política y de escándalo ecologista, y de cómo los medios de comunicación se hacen eco de las noticias y cómo la información facilitada está del lado del artista en todos los casos, frente a la censura a la que nos enfrentamos en la mayor parte de los casos por los poderes políticos y los ciudadanos “bien pensantes” que se sienten profundamente provocados por estas imágenes tildadas de pornográficas en algunos casos, pero que en la mayoría de las ocasiones sólo sirve de promoción al artista frente a su mensaje que se pierde en la anécdota o frente a la brutalidad que aún nos hace sentir cualquier tipo de censura.

El primero de estos ejemplos son las dos obras que pertenecen a Carlos Aires y que podemos ver en las fotografías que acompañan a este artículo, artista malagueño, que incrédulo asistió a la recepción pública de esta obra que fue un encargo que la Unión Europea le pidió para que participara en una visión callejera sobre Europa con el tema de “la ley de matrimonio homosexual”. Las fotografías en cuestión que sirvieron para la realización del cártel no gustaron demasiado a la clase política, ni a una gran cantidad de ciudadanos, que con una estrecha y militante moral cristiana, atacaron al artista, que ironizaba en una de las obras con ciertos personajes de la vida pública y política de Europa (Chirac, la reina Isabel II, Buch, etc.). Mientras que, en el segundo caso, el escándalo parte de una fotografía que vemos a continuación, y que no es otra cosa que un guiño a Courbet en “el origen del mundo”, y del que nadie se escandalizaba ya. Las noticias que hemos podido encontrar en El Diario de León y de Tele 5 muestran esa indignación reinante.

El segundo ejemplo aparece publicado en un articulo de El País y pertenece a Isaías Griñolo. Se trata de una exposición sobre el polo química de Huelva titulada: “Las fatigas de la muerte I. La lógica cultural del capitalismo químico”, que debía ser inaugurada a principios de marzo de 2006 en la Sala Imagen de Sevilla de la Caja de San Fernando y que no vio finalmente la luz ante la presión que ejercieron los industriales del polo químico de Huelva a la institución financiera. La exposición que ya estaba montada en la sala de exposiciones, las invitaciones repartidas y el catálogo impreso, nunca llegó a realizarse. En este caso, los medios de comunicación se hicieron eco de esta inaudita manera de actuar que no se veía desde las peores actuaciones de censura presentes en el régimen franquista.

Por último, Santiago Sierra realizó en el año 2003 una instalación para la Bienal de Venecia en el pabellón de España y gracias a la petición del ministerio de Asuntos Exteriores español. El escándalo en este caso fue debido a que ninguna persona que no mostrara el DNI español podía pasar al interior del pabellón, como fue el caso del Embajador español (no lo llevaba encima), el jurado de la bienal (no eran españoles y por tanto no tenían DNI) y todos aquellos ciudadanos desconocidos que no llevaran el DNI español o todos los extranjeros de nuestro país. En este caso los distintos medios de prensa, entre ellos El Mundo, se hicieron también eco de la noticia, aunque la noticia no fuera directamente la exposición en sí, sino un aspecto concreto de ella como era la imposibilidad de entrar al pabellón si no se cumplían unas condiciones concretas que no eran nada arbitrarias y que se parecen bastante a las que imponen los países en sus fronteras, y que no tenían nada que ver con poder pagar el precio de la entrada, habitual manera de diferenciar mínimamente a los ciudadanos de cualquier sociedad.







¿ARTE BASURA O INFORMACIÓN BASURA?

“La información es en cierto sentido lo contrario de la basura, aunque en nuestro comercializado mundo contemporáneo a veces ambas cosas parecen idénticas”.

Bill Viola


El 30 de junio de 2004, una limpiadora de la galeria Tate Britain de Londres tiró por error a la basura parte de una obra de Gustav Metzger que se titulaba “Nueva creación de la presentación pública de un arte autodestructivo”. Se trataba de una instalación en la que había una mesa con residuos diversos y sobre ella una bolsa de basura que contenía papeles y cartones, que fue precisamente el elemento que la limpiadora eliminó de la instalación, sin duda con la lógica de su rutina laboral.

En Sevilla, en la primera Bienal de Arte Contemporáneo de esta ciudad, Maurizio Cattelan exponía una obra sin título que consistía en colgar de un muro, a modo de ahorcado, un muñeco idéntico a un niño. La polémica estaba servida, asociaciones, instituciones y particulares emitieron sus protestas al unísono. Pero la obra no se retiró, según Juana de Aizpuru, comisaria de la Bienal, porque “con esta obra Cattelan denuncia una realidad horrorosa que no se quiere ver”.

De ambas noticias todos hemos oído hablar o hemos leído en prensa artículos y cartas al director con opiniones diversas, casi siempre contrarias a la exhibición de este tipo de obras.

Damien Hirst, Andrés Serrano, Piero Manzoni, Robert Mapplethorpe, Jake y Dinos Chapman, Paul Maccarthy, Jeff Koons, etc… han incorporado al arte contemporáneo mucho horror, sangre, sexo, fluidos… con mayor o menor eficacia o éxito, con mayor o menor coherencia, o con mayor o menor soporte conceptual. Y todos ellos se llevan la palma en cuanto al espacio que los medios dedican, al parecer, a sus creaciones. Pero ¿qué es lo que atrae a los medios? No es la obra, no es una reflexión sobre las propuestas, a veces quizás necesariamente descabelladas, que estos artistas ponen sobre la mesa. Lo que interesa a los medios, como siempre es el pis (Piss Christ de Andrés Serrano), es la caca (Merda d’artista de Piero Manzoni), es el semen (Jim and Tom, Sausalito de Robert Mapplethorpe), es el sexo (Made in Heaven – Starring: Jeff Koons and Cicciolina de Jeff Koons), es la carne (Saussages II de Damien Hirst) y en definitiva el morbo asociado a la audiencia, asociada, claro, al dinero y al poder.

Bill Viola y Nam June Paik, los dos videocreadores más reconocidos a nivel internacional por la crítica y por los historiadores del arte, exponen en España en la actualidad. El primero de ellos en Granada, con una muestra de sus últimas videocreaciones titulada Las Horas Invisibles. Y el segundo en Madrid, donde se conmemora el aniversario de su muerte con una exposición antológica en la Fundación Telefónica.

Sin embargo, en las fechas en que ambas exposiciones se inauguraban, y mantenían su éxito día tras día, otra noticia relacionada con el arte contemporáneo se llevaba el premio al volumen de información generada, a pesar de ser ya tan sólo una secuela (los libros en cuestión se publicaron en el 1998 y 2003, originando ya su consecuente reguero de polémica). Se trata de la denuncia que el PP de Extremadura hace el 13 de marzo de 2007 a la Editora Regional (ERE), dependiente de la Consejería de Cultura, por la publicación de los libros «In Breedin 1995-1998» y «Sanctorum», ambas publicaciones de J.A.M. Montoya con, según el PP, “pornografía católica” que tiene a Jesucristo y otras figuras del Cristianismo como protagonistas, exigiendo al gobierno extremeño su reprobación.



Las cuestiones políticas que han generado este nuevo conflicto son evidentes pero de este tema hablaremos próximamente. La consecuencia final de la polémica es que conocemos más a J.A.M Montoya que a Bill Viola o Nam June Paik. Y que las intenciones artísticas, sociales y políticas que contienen las obras de arte contemporáneo se desvirtúan y se vacían de contenido porque los mass media sólo atienden a lo formal, a la apariencia, y, en definitiva, a la mitificación clásica y moderna del objeto artístico, cuando el arte contemporáneo, como explicamos en el primer artículo, ya ha desterrado de entre sus valores estas cuestiones, al menos como prioritarias.




FICCION + ARTE CONTEMPORANEO= ¿SIMPSONS?

Podríamos hablar del Arte Contemporáneo en la Ficción Cinematográfica, pero el medio cinematográfico es minoritario en cuanto a público en comparación a la Ficción Televisiva. Por ello hemos decidido tomar como ejemplo una serie de televisión que tiene cierto público: Los Simpsons. Como sabemos los capítulos que emiten en Antena 3, son reemisiones, pero en una de ellas encontramos materia a investigar acorde con el tema de nuestro blog: El reflejo del Arte Contemporáneo en los Medios de Comunicación de Masas.

El Capítulo en cuestión es “Mamá y el Arte de papá” de la décima temporada. En este episodio Homer crea accidentalmente una obra de arte a partir de una barbacoa, atrayendo automáticamente a los mejores marchantes de arte de la ciudad. Pero la suerte le dura poco, su obra cae en el olvido.

La incursión del siempre simplón Homer en el pretencioso y elitista mundo del arte contemporáneo da vía libre para atacar la pedantería que suele imperar en estos ambientes. No tiene precio el cruel y agudo retrato que se ofrece de los críticos de arte, vistos como un grupo de supuestos expertos cuyo snobismo les conduce a convertir un desastroso intento de barbacoa en una obra digna de elogio. Después, una vez se han cansado de la novedad, este grupo de expertos desprecia las sucesivas obras de Homer porque ya no son “novedad”, ante la desesperación del padre de Lisa, incapaz de comprender por qué antes era agasajado y después no.

Obviamente, el goteo de citas y referencias vinculados al mundo del arte es constante durante el episodio. Cabe destacar la estupenda escena en la que Homer sufre una pesadilla en la que es sucesivamente acosado por los protagonistas de algunas de las obras de arte más emblemáticas de toda la historia. Durante su sueño, Homer despierta en el cuadro La gitana dormida de Henry Rousseau, recibe una paliza del célebre cuadro anatómico de Leonardo da Vinci, es disparado por los tres músicos de Pablo Picasso, empapado por el reloj de La persistencia de la memoria de Salvador Dalí y, finalmente, apedreado por Andy Warhol con sus famosas latas de sopa Campbell.

En referencia a nuestra investigación, podemos decir que el arte contemporáneo en la ficción es utilizado para entretener. Se hacen referencias muy claras y universales como en este episodio: Warhol, Da Vinci... sin atreverse a ir más allá. Lo que nos preocupa es la idea que levita al acabar de ver el episodio: Homer Simpsons, un padre de familia simplón y sin inquietudes artísticas, crea una obra capaz de atraer la atención de un grupo influyente de críticos. Por lo tanto, en este tipo de arte hay un lema según la serie: “Todo vale”. Pero todo vale, ¿para quién? Para los marchantes, los críticos postmodernos... ? A ellos va dirigida la crítica que se presenta en este episodio, Homer no hizo una obra de arte, ya que ésta no tenía ninguna intención ni fundamento, pero son estos marchantes los que ven en su obra algo nuevo y renovador, algo inexistente. Son ellos los que le hacen creerse artista y luego ser olvidado. Pero el Arte Contemporáneo se ve salpicado de la actitud de estos marchantes, y ellos unifican un personaje, el personaje no conocedor del arte contemporáneo, de su ideología, ni de su historia. Es decir, que los círculos que rodean al arte contemporáneo son fácilmente ridiculizables por los guionistas de las series de ficción, e inconscientemente, o no, perjudican a la imagen del arte contemporáneo.

Hoy en día debemos hacer un nuevo tipo de crítica con la que ayudarnos a entender el arte de esta era: una era post histórica, una era en la que las teorías tradicionales no pueden explicar las diferencias entre la obra de Andy Warhol y el producto comercial en el que se inspira.

Ya no es posible aplicar nociones tradicionales de la estética al arte contemporáneo, sino que hay que centrarse en una filosofía de la crítica del arte que pueda arrojar luz sobre la que quizás sea la característica más sorprendente del arte contemporáneo: “Que todo es posible”
Ahh!! os hemos dejado una sorpresa si pinchais la imagen de homer con su "Intento de Barbacoa"

...EN LOS MASS MEDIA

¿No parece que el título de este artículo está incompleto?, probablemente debiera de ser algo así: “Mass Media y Arte Contemporáneo”, o, “El Arte Contemporáneo en los Mass Media”, o, mejor dicho aun, “La ausencia del Arte Contemporáneo en los Mass Media”; es posible que este último sea el título adecuado, en cualquier caso, “…en los Mass Media”, también puede resultar cuanto menos curioso si tenemos en consideración el espacio destinado al Arte Contemporáneo en comparación con otros contenidos en la programación, ya sea televisiva, radiofónica, a través de prensa escrita o mediante cualquier sistema de comunicación masivo.

El hecho es que la ausencia del Arte Contemporáneo en los Mass Media es categórica. Salvo contadas excepciones (
Metrópolis, La Ciudad Invisible), lo habitual es no encontrar un espacio dedicado a esta parcela del arte que nos atañe a nivel histórico y social.


Visto lo visto, podemos afirmar que el Arte Contemporáneo no es acogido con la emoción suficiente como para entrar de lleno en las parrillas de programación. Esta impopularidad, mejor dicho, ésta antipopularidad no se debe a una cuestión de carácter estético. No es que a la mayoría no les guste, lo que sucede es que no lo comprenden. De esto ya habló muy inteligentemente
José Ortega y Gasset en “La deshumanización del arte”.


El Arte Contemporáneo opera en un espacio y en un tiempo en el que el hombre tiene más cultura, pero aún así, la inmensa mayoría no logra acercarse a los planteamientos conceptuales que desde la obra artística contemporánea se exponen. En el artículo
“Arte de niños vs. Arte Contemporáneo” que se proponía hace dos semanas desde éste mismo blog, se deja claro que la incomprensión de la especificidad conceptual y material que caracteriza a la obra de arte contemporánea, no es cosa que concierna exclusivamente a la persona que está alejada de la cultura superior. Todos podemos ser ignorantes en este sentido, y es que en muchos casos, desaparece, o más bien, no existe, la línea que separa la acción artística de la acción cotidiana. Sobre esto, los Mass Media tienen mucho que perder si dedican parte de su espacio a algo que la mayoría de las personas no van a comprender.


La historia es muy sencilla, el Arte Contemporáneo sólo estará presente dentro de las parrillas de programación cuando su estancia suponga algún tipo de ventaja, ya sea económica, de popularidad para con algún sector concreto, o para mantener el estado de consumo propio de la cultura dominante.

EL ARTE EN LA COMUNICACIÓN Y LA COMUNICACIÓN EN EL ARTE

La comunicación, cada día que pasa, es más arte. El mundo de lo audiovisual precisa de una imagen constantemente renovable que le ayude a captar la atención del mayor número de espectadores gracias a sus posibilidades de difusión y, para ello, se ayuda del diseño y la experiencia de personas especializadas en el campo artístico.

A su vez, no cabe duda que el arte es comunicación. Un artista se expresa a través de él, por lo que se puede identificar como su lenguaje… y si hay un lenguaje, es que algo se quiere contar (de ahí que nos preguntemos “qué quiere decir” al observar un cuadro). Por lo tanto, se mantiene cierta comunicación entre el autor y la persona que observa sus representaciones.
Además, éste también está en constante evolución, pues su objetivo es el de crear y necesita, en gran medida, renovarse para conseguirlo.

Desde esta perspectiva, estos dos campos quedan indudablemente relacionados. Pero pasando de la conceptualidad al hecho, podemos poner como ejemplo algo que está muy de moda: la video-creación ó video-arte.

La evolución de las técnicas y los medios utilizados permite crear obras visualmente atractivas y que, lógicamente, nos trasmitan algún tipo de información. Podríamos denominarlo como la forma más audiovisual de hacer arte (aclarando también que no todas las video-creaciones contienen sonido, aunque sí en su mayoría).

No hay que alejarse mucho para comprobar dicha composición audiovisual. Así pues, Julian Opie es un claro y actual ejemplo de ello. Su exposición se encuentra en el CAC de Málaga (Centro de Arte Contemporáneo) donde nos presentan periódicamente obras innovadoras bastante recomendables.



Su trabajo, "Show Time", se basa en más de 40 obras del artista británico, donde se descubre este nuevo punto de vista del arte a través de pinturas, animaciones y esculturas con sonido. Su obra, además de formalmente estar relacionada con lo audiovisual, pertenece al denominado “Arte Pop”, cuyas características son el empleo de imágenes y temas tomados del mundo de la comunicación de masas aplicados al arte.



Como él, también un artista destacable en el apartado de la video-creación, es el neoyorquino Bill Viola, quien nos presenta en Granada su nuevo trabajo denominado “Las Horas Invisibles”: instalaciones videográficas que se ayudan de sonidos reales mostrando una sensibilidad única en el tratamiento de la imagen en movimiento. Su técnica se ayuda, sobre todo, de los medios audiovisuales.

Los avances y las nuevas tecnologías que van saliendo al mercado son destinados, sobre todo, a las telecomunicaciones, la digitalización e internet, por lo que la evolución de la video-creación pensamos que también irá en paralelo.

Y ya para concluir, desde nuestro blog, recomendamos una especial atención a esta mezcla de mundos: el arte y la comunicación… toda una gozada audiovisual.

ARTE DE NIÑOS VS. ARTE CONTEMPORANEO





“¡Me dices el precio y entonces ya me empiezo a fijar y todo!”, es la respuesta que da una entrevistada anónima durante la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO) a la locutora del programa El Buscador de Tele 5, a mediados de febrero de este año.

El tema es sencillo y recurrente en los medios de comunicación, explorar y explotar a su vez el desconocimiento de la audiencia en cuanto al tema del arte. Se trata de una pintura realizada por niños de dos y tres años que es colgada a escondidas en una galería de arte en ARCO gracias al mismo programa de Tele 5, que cuela la supuesta pieza artística en la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid y pregunta a los visitantes qué les parece, si les gusta o no, etc. Ese mismo día, el video se pasó por televisión y poco después ya estaba colgado en internet, en YouTube.

El público, de manera individual, muestra con su actitud el desconocimiento de este tema y también la necesidad de protagonismo, su iconoclastia no nos extraña, y que todos opinemos de arte, aunque no sepamos de qué se está hablando, tampoco. Se evidencia también la habilidad de manipular de este programa, supuestamente de información pero presentándonos, entre otras cuestiones, a expertos sin nombre que especulan sobre una realidad de la que resulta evidente que no son competentes en los códigos de interpretación necesarios, convirtiéndonos a todos en bufones espectadores de ese arte contemporáneo en el que todo puede valer, más aun si ese todo está colgado en la pared de una reputada Galería de Arte.

En el fondo, lo que sucede es un desplazamiento de los mecanismos de la publicidad al territorio del arte, que por medio de un sencillo sistema de señalamiento mediático ayuda a determinar finalmente su valor y, por tanto, su precio. El arte como mercancía mediática adquiere rápidamente el prestigio que de otra manera no tendría en este espacio, uno de sus mercados más importantes. A nivel simbólico, este programa de televisión sirve para llamar la atención hacia esta concreta obra de arte, respaldando su validez de origen y produciendo una clara inflacción de su prestigio, para llevar a cabo una posterior ridiculización del arte, dejando claro que todo es artistizable y que el mecanismo de señalamiento cumple su función, para hacernos espectadores pasivos frente a una de las principales funciones de la televisión, la de entretener además de la de publicitar y vender.

Realmente, éste es el reflejo de una sociedad, en la que los hechos tienen valor en la medida en que su significado es capaz de transmutarse en simulacro de la cultura, en simulacro de la comunicación, y en ese arte que a veces no es otra cosa que simple apariencia.

La obra de arte contemporánea no es por supuesto la pintura que nos presenta Tele 5 en El Buscador y que sirve de excusa al programa para hacer su propuesta. Aceptar esto sería afirmar que la obra de arte contemporanea se rige por los mismos criterios que la obra de arte clásica. La obra de arte contemporánea estaría más cerca de ser la performance que hace Tele 5 y por la que se pone en evidencia el mecanismo comercial del arte llamado contemporáneo, pero que en el fondo se presenta y sigue vendiéndose con la estrategia del arte pre-contemporáneo, como fetiche decimonónico de las distintas ferias de arte, al priorizarse la técnica y el soporte físico en este plácido simulacro artístico.

A MODO DE PRÓLOGO

Para poder entrar a reflexionar sobre el arte contemporáneo y su presencia (o ausencia) en los medios de comunicación, nos parece pertinente iniciar este blog delimitando, por un lado, qué se va a entender aquí por arte contemporáneo y por otro, en qué acontecimientos vamos a poner nuestra atención a la hora de analizar el tema propuesto.

El hecho de que la historia del arte se haya estructurado siempre desde un punto de vista cronológico más que artístico, asumiendo incluso criterios históricos para establecer las diferentes etapas de su recorrido, ha provocado entre los historiadores del arte y algunos críticos cierta confusión terminológica y una gran falta de unanimidad a la hora de definir y acotar qué es el arte contemporáneo.

En 1998, Natalie Heinich publica Le triple jeu de l’art contemporain, donde propone un punto de vista diferente, tratando el arte contemporáneo no como un período cronológico de la historia del arte, sino como un género artístico con unas características propias que lo distinguen de otros géneros. En España, Felix de Azúa, secunda esta postura en su artículo ¿Qué arte contemporáneo? (Revista Letras Libres, nº21, febrero 2003), y es también la que vamos a mantener a lo largo de este recorrido. De modo que entenderemos el arte contemporáneo como un género que nace en los años 60, enlazando con la estela dejada por Duchamp, y que llega hasta nuestros días. Un género en el que se desterra definitivamente el valor de la habilidad técnica, propio del arte clásico, y donde la obra, como sí que ocurre en el arte moderno, ya no es el foco de atención, pues lo que interesa son las conexiones, relaciones, significados y situaciones que entre ésta y el espectador se producen. El espectador entra a formar parte de la obra, y el objeto artístico deja de ser lo esencial de la práctica artística, que pasa del purismo (pintura, escultura, arquitectura…) a la integración y mezcla de medios y de técnicas.

Aclarado este punto, lo que pretendemos es observar y analizar cómo los medios de comunicación presentan al público las obras y los artistas englobados en este género, dando relevancia a los hechos más representativos que ocurran o hayan ocurrido recientemente en este sentido. Veremos si es más trascendente la presencia o la ausencia de lo contemporáneo en los contenidos artísticos que proponen los medios y también si esa presencia se lleva a cabo con rigor o si se juega a la fácil ridiculización de las prácticas artísticas contemporáneas. Iremos trayendo ejemplos de todo ello a esta página y esperamos las opiniones y colaboraciones de quien se acerque a nosotros.