¿SOY YO UN VIOLENTO?













¿A quién culpamos de tanta violencia en los medios de comunicación?
¿A los propios consumidores irresponsables?
¿A los medios de comunicación?

Éstas han sido algunas de las preguntas que se vierten en algunos blogs de compañeros. Es curioso cómo siempre buscamos a un tercero a quien culpar. ¿Y si la culpa la tenemos nosotros mismos? La culpa es mía. Sé que esa violencia innecesaria es perjudicial para mí como para el resto del público, pero no hago nada para paliarlo. A mí me encanta, como a millones de espectadores, “Lo que el viento se llevó” y de hecho, si la vuelven a echar en la tele, y estoy sin hacer nada, la volvería a ver.

En “Lo que el viento se llevó”, Scarlett O´Hara es llevada a la cama protestando y pataleando, y se levanta cantando.

Los psicólogos sociales advierten que ver tales escenas ficticias de un hombre forzando a una mujer excitante puede: 1) distorsionar las percepciones que uno se forma sobre cómo responde realmente la mujer a la coerción sexual y 2) aumenta la agresividad de los hombres contra las mujeres, al menos en condiciones de laboratorio.

Por lo tanto, podemos afirmar que el consumo de un producto audiovisual violento aumenta nuestros comportamientos violentos. Antiguamente, había una dualidad de opiniones opuestas referente al tema. En la Grecia antigua ya se hablaba de los efectos del teatro en los ciudadanos; Platón decía que ver obras de terror tiene un efecto negativo en los consumidores, mientras que Aristóteles le contradecía diciendo que ver este tipo de obras era bueno, ya que produce una descarga de tensión, una catarsis, así no vamos a producir una situación de miedo o violencia.

En "Gladiator", "Braveheart" o en la reciente " 300", se pone gran cantidad de virtuosismo digital a favor de las coreografías violentas. La idea es: "el más fuerte conseguirá la libertad" Por otro lado, hay otras películas como "Gandhi" que apoya una resistencia "no violenta" donde el violento se da cuenta por si mismo de la injusticia que provoca su acto violento. Otro ejemplo de este tipo de resistencia no violenta es "Evasión o Victoria" del maestro John Huston. Este tipo de películas se presta a la reflexión tanto a propósito del no violento como del violento.

El consumo de obras como las de Quentin Tarantino produce una serie de efectos en los espectadores que se pueden analizar desde un punto de vista psicológico.

1. Catarsis: como ya comentaba Aristóteles.

2. Imitación: Solemos imitar los comportamientos violentos al salir del cine, o ya no os acordáis de lo que hicisteis después de ver vuestra primera película de Bruce Lee.

3. Excitación: Al ver la pelea en “Kill Bill”, entre dos mujeres, la excitación se multiplicó por dos para el público heterosexual masculino.

4. Desensibilización: Ahora cuando vemos una pelea en la calle, no nos afecta, de hecho corremos en los recreos gritando: “pelea, pelea” y somos espectadores en primera fila de ellos. Aunque hoy en día es peor aún, ya que son grabadas con móviles y distribuidas por la red.

5. Miedo, pero es un miedo encubierto, un miedo hasta agradable para ciertas personas.


Desde AMASSARTE, creemos que los medios privados y públicos deberían incluir una programación en la que se expliquen estos efectos, y fomentar la producción de documentales sobre estos temas, donde se critique la violencia innecesaria en los medios de comunicación, y los consiguientes efectos en los espectadores. La razón es bien clara: si no hubiéramos conocidos las razones por las que no deberíamos apoyar algunas escenas, como la de “Lo que el viento se llevó” ¿Seríamos ahora unos maltratadores en potencia…?, ¿Será el público el violento, o son los medios la causa de nuestra agresividad?.

Como ejemplo de esto hay una obra de teatro: "Popcorn", escrita por el autor inglés Ben Elton. La historia es bastante simple: un director cinematográfico cuyas creaciones pueden emparentarse con las de Oliver Stone o Quentin Tarantino gana un Oscar de la Academia de Hollywood y, cuando regresa a su casa, después de recibir su premio, se encuentra en ella con una pareja de asesinos. Ellos pretenden responsabilizarlo ante los medios por el tipo de películas que concibe. Por lo que hace que llegue allí una televisión nacional y formulan la siguiente amenaza. “En cinco minutos mataré a este director y su esposa. Si la audiencia disminuye, seguirá con vida, pero en el momento en que suba, los mataremos". Acto seguido los índices de audiencia subieron como nunca antes lo había visto en Estados Unidos.

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