ARTE DE NIÑOS VS. ARTE CONTEMPORANEO





“¡Me dices el precio y entonces ya me empiezo a fijar y todo!”, es la respuesta que da una entrevistada anónima durante la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO) a la locutora del programa El Buscador de Tele 5, a mediados de febrero de este año.

El tema es sencillo y recurrente en los medios de comunicación, explorar y explotar a su vez el desconocimiento de la audiencia en cuanto al tema del arte. Se trata de una pintura realizada por niños de dos y tres años que es colgada a escondidas en una galería de arte en ARCO gracias al mismo programa de Tele 5, que cuela la supuesta pieza artística en la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid y pregunta a los visitantes qué les parece, si les gusta o no, etc. Ese mismo día, el video se pasó por televisión y poco después ya estaba colgado en internet, en YouTube.

El público, de manera individual, muestra con su actitud el desconocimiento de este tema y también la necesidad de protagonismo, su iconoclastia no nos extraña, y que todos opinemos de arte, aunque no sepamos de qué se está hablando, tampoco. Se evidencia también la habilidad de manipular de este programa, supuestamente de información pero presentándonos, entre otras cuestiones, a expertos sin nombre que especulan sobre una realidad de la que resulta evidente que no son competentes en los códigos de interpretación necesarios, convirtiéndonos a todos en bufones espectadores de ese arte contemporáneo en el que todo puede valer, más aun si ese todo está colgado en la pared de una reputada Galería de Arte.

En el fondo, lo que sucede es un desplazamiento de los mecanismos de la publicidad al territorio del arte, que por medio de un sencillo sistema de señalamiento mediático ayuda a determinar finalmente su valor y, por tanto, su precio. El arte como mercancía mediática adquiere rápidamente el prestigio que de otra manera no tendría en este espacio, uno de sus mercados más importantes. A nivel simbólico, este programa de televisión sirve para llamar la atención hacia esta concreta obra de arte, respaldando su validez de origen y produciendo una clara inflacción de su prestigio, para llevar a cabo una posterior ridiculización del arte, dejando claro que todo es artistizable y que el mecanismo de señalamiento cumple su función, para hacernos espectadores pasivos frente a una de las principales funciones de la televisión, la de entretener además de la de publicitar y vender.

Realmente, éste es el reflejo de una sociedad, en la que los hechos tienen valor en la medida en que su significado es capaz de transmutarse en simulacro de la cultura, en simulacro de la comunicación, y en ese arte que a veces no es otra cosa que simple apariencia.

La obra de arte contemporánea no es por supuesto la pintura que nos presenta Tele 5 en El Buscador y que sirve de excusa al programa para hacer su propuesta. Aceptar esto sería afirmar que la obra de arte contemporanea se rige por los mismos criterios que la obra de arte clásica. La obra de arte contemporánea estaría más cerca de ser la performance que hace Tele 5 y por la que se pone en evidencia el mecanismo comercial del arte llamado contemporáneo, pero que en el fondo se presenta y sigue vendiéndose con la estrategia del arte pre-contemporáneo, como fetiche decimonónico de las distintas ferias de arte, al priorizarse la técnica y el soporte físico en este plácido simulacro artístico.

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