. Para
María Moliner,
relación es la "Situación que se da entre dos cosas cuando hay alguna circunstancia que las une, en la realidad o en la mente". Durante las últimas semanas, en este blog, hemos analizado la presencia, y cómo no, también la ausencia del arte contemporáneo en los medios de comunicación,
focalizando de algún modo en los aspectos que nos han parecido más significativos de la relación que los
mass media mantienen con las creaciones y artistas contemporáneos. Pero, como en toda relación sucede, en ésta también encontramos caminos de ida y vuelta, y no sólo son los medios los que reflejan la realidad del arte contemporáneo, sino que el arte también recibe y se alimenta de las propuestas, del lenguaje, de las técnicas, de la estética, de los contenidos, etc... que los medios manejan de forma cotidiana. Este potencial ya lo
absorvió Andy Warhol en los años sesenta, pero convirtiendo su obra -incluido él mismo- en parte del espectáculo
mediático. Los artistas contemporáneos, sin embargo, van más allá, y aunque dudamos de la aparente y pretendida superficialidad de
Warhol, artistas como
Richard Prince,
Daniele Buetti,
Cindy Sherman,
Thomas Ruff,
Wolfgang Tillmans,
Candice Breitz,
Félix González-Torres,
Vik Muniz,
Ellen Gallager, y muchos otros, utilizan las estrategias de los medios para enfrentarse a ellos y a sus consecuencias, basando su obra, o algunos de sus trabajos, en hacer de lo
subliminal lo evidente, subrayando para el espectador cuál es su verdadera relación con el mundo
mediático. Para ello, la gran paradoja, o la gran burla, es que lo hacen casi siempre desde la apropiación de sus mismos recursos, con el descaro y la alevosía que el asunto sin duda merece.
Herber Read, en su
Diccionario del arte y los artistas, define la apropiación como "La repetición, copia o incorporación directa de una imagen (pintura, fotografía, etc...) por parte de otro artista que la representa en un contexto diferente, de manera que altera por completo su significado y cuestiona las nociones de originalidad y autenticidad". La conexión con
Duchamp es evidente, y esa es la estela que pretendía seguir, por ejemplo,
Richard Prince cuando trabajaba en
Time-Life en los años setenta, improvisando un estudio en un almacén del sótano donde, desde su situación privilegiada, recopilaba anuncios de las revistas de mayor difusión y volvía a fotografiar sus imágenes, cambiándoles el encuadre, el colorido o el ángulo y exhibiéndolas posteriormente como obras propias. Si los artistas
pop en los sesenta, con
Warhol a la cabeza, ya utilizaron imágenes de los medios como homenaje a la publicidad y al consumo,
Prince, con su tratamiento artístico de esas imágenes, las arranca del mundo artificial e impoluto de la publicidad, y las lleva a una realidad desenfocada e imperfecta, mucho más cercana.
Daniele Buetti, sigue a Prince para contarnos que las superficies bellas también pueden ser tocadas. Aplicando un rotulador en el dorso de imágenes de mujeres que aparecen en las revistas de moda y estilo, las devuelve a la vida infringiendo toda clase de heridas, marcas, perforaciones... Las imágenes ya son otras. Crudas. Difíciles. Estas mujeres bellas aparecen marcadas, a veces incluso con el logo de la empresa que anuncian, pero eso es lo que las personaliza, lo que las devuelve a su ser humano. ¿Quién puede permanecer impasible ante el horror?
Cyndy Sherman es mucho más sutil y desde 1978 se utiliza a ella misma como modelo para ofrecernos un repertorio completo de los estereotipos femeninos que las revistas, la televisión, el cine... ofrecen de la mujer. Para ello no se apropia de imágenes, sino de conceptos, de clichés y de roles con que nos enseña una y otra vez el truco de la desaparición del sujeto y de su reabsorción dentro de un sistema de signos, de códigos y de imágenes modelo donde no sabemos nada de alguien a quien estamos viendo en cada instantánea, la propia artista, que se convierte siempre en representación de las ficciones de un yo ajeno y de identidad colectiva.
Otro modo de apropiación es lo que hace
Wolfgang Tillmans -ganador del
Premio Turner de 2000- en sus exposiciones, donde mezcla su trabajo comercial con su trabajo artístico dándole idéntico tratamiento para generar un corpus de imágenes de códigos
ambigüos, que renueva una y otra vez en instalaciones donde también la técnica se acerca más a los soportes publicitarios impresos que a las impecables copias en
cibacromo o lambdas enmarcadas que vemos en los museos.
Thomas Ruff elige otros medios para apropiarse de imágenes, como son internet, la prensa o la televisión. En Zeitungsfotos, 1990-1991, representa un archivo de recortes de prensa gráfica que, carentes de pie de texto explicativos, quedan reducidos a su propio grafismo. En 1992, con la serie, Nacht, fotografía paisajes urbanos nocturnos inspirados en las imágenes retransmitidas por televisión en la Guerra del Golfo. Y en su trabajo Nudes, 1999-2000, Ruff manipula con programas de edición digital imágenes pornográficas sacadas de internet, suavizando así la mirada cruda de la pornografía y acercando al espectador a una experiencia artística basada en un tratamiento pictórico que desvía los centros de interés.
Y, aunque hay otras muchas representaciones, terminaremos con el curioso caso de
Vik Muniz, un artista que reconstruye de modo realista la imagen de personajes
mediáticos, pero con técnicas como pintar con chocolate, mermelada, o hacer
collages de papelillos recortados, y demás materiales comunes, que fotografía cuando la obra alcanza la perfección deseada, cuestionando así la jerarquía entre el original y la obra.
Paradójicamente, la cadena de televisión
Cuatro ha utilizado en sus
cortinillas esta misma técnica para retratar a sus presentadores estrella, de modo que lo que el artista toma de los medios termina volviendo a ellos.
Félix
González-Torres, Daniele Buetti,
Carlos Aires o
Barbara Kruger utilizan vallas publicitarias como soporte de sus
fotografias...
Ellen Gallager pinta sobre revistas y otros soportes publicitarios...
Delphine Kreuter,
Félix Curto,
Javier Campano, etc... fotografían la ciudad como es, con sus carteles, anuncios, marcas y
logos, sin esquivar en ningún momento esas "imágenes registradas"...
Muchos de los artistas de los que estamos hablando piensan que ya hay demasiadas imágenes en nuestro entorno, y que para qué lanzar nuevas instantáneas a este mundo saturado de iconos. Pero la reflexión puede ir mucho más allá. ¿Cuánta gente piensa que ha visto el
Guernica de
Picasso sin haber estado jamás en el
Reina Sofía? Vivimos la realidad como una representación, la
construímos con imágenes y los medios contribuyen a esa construcción. Hay artistas que toman de ese mundo
construído sus encuadres para enseñarnos de qué va esa nueva realidad, y si nuestra relación con ella es más mental que práctica. El arte contemporáneo quiere reconciliarnos con nuestra naturaleza, para que con el choque que las obras de estos artistas provocan en
nuestra cabeza encontremos la manera de salir de aquí: de esta realidad
construída por el mundo
mediático.