ARTE EN CONTINUIDAD...

Hoy día no hay producto comercial que no disponga de una marca o logotipo que lo diferencie de los demás, ya sea un símbolo, una tipografía o la combinación de los dos. Y de todos los sectores de promoción de estos productos, y por tanto de su marca, el televisivo es el medio más importante por su amplia capacidad de difusión. Pero en este caso, no pretendemos prestar mayor atención a los anuncios dentro de los bloques publicitarios, sino a una nueva forma de autopromoción puesta de moda por los canales de mayor audiencia: la continuidad.

No hay duda de que cada canal dispone de una identidad visual, cuya mayor representación la encontramos en su logotipo, considerado la firma de cada cadena. Este símbolo suele actuar de continuidad desempeñando una doble función: enlazar distintos bloques televisivos, dando así coherencia visual a los contenidos, y autopromocionar el propio canal de televisión.

Vemos continuamente como, gracias a las nuevas tecnologías de diseño y a productoras dedicadas especialmente a ello, los canales apuestan fuertemente por la creatividad en sus cortinillas de autopromoción, convirtiendose en una forma más de expresión televisiva.

Este es el caso, sobre todo, de canales como Tele 5 o Antena 3. Con estos elementos artísticos, las cadenas mencionadas consiguen, además de autopromocionarse, darle personalidad a sus emisiones, hasta tal punto que, sólo observando el tipo de estética de la cortinilla, sepamos el canal que estamos visualizando. Son ya clásicos los adornos navideños o los elementos invernales alrededor de los logotipos cuando llega la pascua, las flores y los colores vivos en la primavera o las refrescantes imágenes acuáticas que nos muestran en verano. Buenos ejemplos de ello lo tenemos en los siguientes enlaces:

Autopromoción Antena 3


Autopromoción Tele 5


Además, Antena 3 es especialmente innovadora en este aspecto, pues ayudándose de su gran creatividad, nos muestra originales campañas que le ayudan a captar mayor audiencia para películas de elevado coste, confeccionando así su autopublicidad, como podemos comprobar en el siguiente enlace:


Promoción Cine Antena 3

El fin de este diseño relacionado con su propio logotipo es llamar la atención sobre lo que la cadena va a difundir.

Sin embargo, es Canal 4 el que lleva apostando fuerte por esta iniciativa desde que comenzó su emisión. Mostramos un spot en alta resolución facilitado por tvspot. Este canal cuenta con profesionales como la firma Lee Films para sus cortinillas más surrealistas y con liquidhess para las cortinillas animadas.

¿Qué se pretende verdaderamente con este tipo de arte? Estos diseños son, ante todo, estrategias autopromocionales que ayudan a la imagen de la cadena y un motivo claro de audiencia. A pesar de que los contenidos condicionen el resultado de audiencia, gran parte de la motivación para ver este espacio viene influenciado por este tipo de cortinillas televisivas… provocando que los canales con “pobreza creativa” tengan menor audiencia o una baja identificación visual del canal.

EL ARTE DE PROVOCAR

Entre las diferentes manifestaciones del arte contemporáneo encontramos una en la que se insiste en el arte como vehículo de reivindicación social, desde el que se recorre el mapa de la memoria política o se camina hacia la reivindicación ecológica. El medio principal del que se sirve el artista actualmente para conseguir estos fines es la información, que amplía su auditorio cuando se parte de la provocación y del escándalo aunque, en muchas ocasiones, pierde credibilidad al presentarse esa información por medio de la sociedad del espectáculo. Para esa supuesta información se centra el interés contra una cierta política y unas ciertas concepciones sociales y morales de esta sociedad que no ha sabido mirarse en ese espejo de su época que es el arte del siglo XX.

Por tanto, para los artistas el periodismo se convierte en el vehículo de transmisión que produce una información efectiva, al hacerse eco estos medios de las censuras, más propias de otras épocas históricas y de otros regímenes políticos. Aprovechando que cualquier tema social que sea tratado por artistas y que no sea presidido en primera instancia por una amanerada artisticidad estética produce diferentes reacciones que se aproximan en muchos casos a la provocación.

A continuación, trataremos tres ejemplos de estos diferentes intereses artísticos relacionados con temas de crítica social, de irreverencia política y de escándalo ecologista, y de cómo los medios de comunicación se hacen eco de las noticias y cómo la información facilitada está del lado del artista en todos los casos, frente a la censura a la que nos enfrentamos en la mayor parte de los casos por los poderes políticos y los ciudadanos “bien pensantes” que se sienten profundamente provocados por estas imágenes tildadas de pornográficas en algunos casos, pero que en la mayoría de las ocasiones sólo sirve de promoción al artista frente a su mensaje que se pierde en la anécdota o frente a la brutalidad que aún nos hace sentir cualquier tipo de censura.

El primero de estos ejemplos son las dos obras que pertenecen a Carlos Aires y que podemos ver en las fotografías que acompañan a este artículo, artista malagueño, que incrédulo asistió a la recepción pública de esta obra que fue un encargo que la Unión Europea le pidió para que participara en una visión callejera sobre Europa con el tema de “la ley de matrimonio homosexual”. Las fotografías en cuestión que sirvieron para la realización del cártel no gustaron demasiado a la clase política, ni a una gran cantidad de ciudadanos, que con una estrecha y militante moral cristiana, atacaron al artista, que ironizaba en una de las obras con ciertos personajes de la vida pública y política de Europa (Chirac, la reina Isabel II, Buch, etc.). Mientras que, en el segundo caso, el escándalo parte de una fotografía que vemos a continuación, y que no es otra cosa que un guiño a Courbet en “el origen del mundo”, y del que nadie se escandalizaba ya. Las noticias que hemos podido encontrar en El Diario de León y de Tele 5 muestran esa indignación reinante.

El segundo ejemplo aparece publicado en un articulo de El País y pertenece a Isaías Griñolo. Se trata de una exposición sobre el polo química de Huelva titulada: “Las fatigas de la muerte I. La lógica cultural del capitalismo químico”, que debía ser inaugurada a principios de marzo de 2006 en la Sala Imagen de Sevilla de la Caja de San Fernando y que no vio finalmente la luz ante la presión que ejercieron los industriales del polo químico de Huelva a la institución financiera. La exposición que ya estaba montada en la sala de exposiciones, las invitaciones repartidas y el catálogo impreso, nunca llegó a realizarse. En este caso, los medios de comunicación se hicieron eco de esta inaudita manera de actuar que no se veía desde las peores actuaciones de censura presentes en el régimen franquista.

Por último, Santiago Sierra realizó en el año 2003 una instalación para la Bienal de Venecia en el pabellón de España y gracias a la petición del ministerio de Asuntos Exteriores español. El escándalo en este caso fue debido a que ninguna persona que no mostrara el DNI español podía pasar al interior del pabellón, como fue el caso del Embajador español (no lo llevaba encima), el jurado de la bienal (no eran españoles y por tanto no tenían DNI) y todos aquellos ciudadanos desconocidos que no llevaran el DNI español o todos los extranjeros de nuestro país. En este caso los distintos medios de prensa, entre ellos El Mundo, se hicieron también eco de la noticia, aunque la noticia no fuera directamente la exposición en sí, sino un aspecto concreto de ella como era la imposibilidad de entrar al pabellón si no se cumplían unas condiciones concretas que no eran nada arbitrarias y que se parecen bastante a las que imponen los países en sus fronteras, y que no tenían nada que ver con poder pagar el precio de la entrada, habitual manera de diferenciar mínimamente a los ciudadanos de cualquier sociedad.







¿ARTE BASURA O INFORMACIÓN BASURA?

“La información es en cierto sentido lo contrario de la basura, aunque en nuestro comercializado mundo contemporáneo a veces ambas cosas parecen idénticas”.

Bill Viola


El 30 de junio de 2004, una limpiadora de la galeria Tate Britain de Londres tiró por error a la basura parte de una obra de Gustav Metzger que se titulaba “Nueva creación de la presentación pública de un arte autodestructivo”. Se trataba de una instalación en la que había una mesa con residuos diversos y sobre ella una bolsa de basura que contenía papeles y cartones, que fue precisamente el elemento que la limpiadora eliminó de la instalación, sin duda con la lógica de su rutina laboral.

En Sevilla, en la primera Bienal de Arte Contemporáneo de esta ciudad, Maurizio Cattelan exponía una obra sin título que consistía en colgar de un muro, a modo de ahorcado, un muñeco idéntico a un niño. La polémica estaba servida, asociaciones, instituciones y particulares emitieron sus protestas al unísono. Pero la obra no se retiró, según Juana de Aizpuru, comisaria de la Bienal, porque “con esta obra Cattelan denuncia una realidad horrorosa que no se quiere ver”.

De ambas noticias todos hemos oído hablar o hemos leído en prensa artículos y cartas al director con opiniones diversas, casi siempre contrarias a la exhibición de este tipo de obras.

Damien Hirst, Andrés Serrano, Piero Manzoni, Robert Mapplethorpe, Jake y Dinos Chapman, Paul Maccarthy, Jeff Koons, etc… han incorporado al arte contemporáneo mucho horror, sangre, sexo, fluidos… con mayor o menor eficacia o éxito, con mayor o menor coherencia, o con mayor o menor soporte conceptual. Y todos ellos se llevan la palma en cuanto al espacio que los medios dedican, al parecer, a sus creaciones. Pero ¿qué es lo que atrae a los medios? No es la obra, no es una reflexión sobre las propuestas, a veces quizás necesariamente descabelladas, que estos artistas ponen sobre la mesa. Lo que interesa a los medios, como siempre es el pis (Piss Christ de Andrés Serrano), es la caca (Merda d’artista de Piero Manzoni), es el semen (Jim and Tom, Sausalito de Robert Mapplethorpe), es el sexo (Made in Heaven – Starring: Jeff Koons and Cicciolina de Jeff Koons), es la carne (Saussages II de Damien Hirst) y en definitiva el morbo asociado a la audiencia, asociada, claro, al dinero y al poder.

Bill Viola y Nam June Paik, los dos videocreadores más reconocidos a nivel internacional por la crítica y por los historiadores del arte, exponen en España en la actualidad. El primero de ellos en Granada, con una muestra de sus últimas videocreaciones titulada Las Horas Invisibles. Y el segundo en Madrid, donde se conmemora el aniversario de su muerte con una exposición antológica en la Fundación Telefónica.

Sin embargo, en las fechas en que ambas exposiciones se inauguraban, y mantenían su éxito día tras día, otra noticia relacionada con el arte contemporáneo se llevaba el premio al volumen de información generada, a pesar de ser ya tan sólo una secuela (los libros en cuestión se publicaron en el 1998 y 2003, originando ya su consecuente reguero de polémica). Se trata de la denuncia que el PP de Extremadura hace el 13 de marzo de 2007 a la Editora Regional (ERE), dependiente de la Consejería de Cultura, por la publicación de los libros «In Breedin 1995-1998» y «Sanctorum», ambas publicaciones de J.A.M. Montoya con, según el PP, “pornografía católica” que tiene a Jesucristo y otras figuras del Cristianismo como protagonistas, exigiendo al gobierno extremeño su reprobación.



Las cuestiones políticas que han generado este nuevo conflicto son evidentes pero de este tema hablaremos próximamente. La consecuencia final de la polémica es que conocemos más a J.A.M Montoya que a Bill Viola o Nam June Paik. Y que las intenciones artísticas, sociales y políticas que contienen las obras de arte contemporáneo se desvirtúan y se vacían de contenido porque los mass media sólo atienden a lo formal, a la apariencia, y, en definitiva, a la mitificación clásica y moderna del objeto artístico, cuando el arte contemporáneo, como explicamos en el primer artículo, ya ha desterrado de entre sus valores estas cuestiones, al menos como prioritarias.